Reseña de “Cristal oscuro” (02-10-2019)
- Javier Valladolid
- 3 oct 2019
- 2 Min. de lectura
[Héroe vs oscurecimiento]
[Aviso de spoilers]
Ayer vi en Netflix, “Cristal oscuro”, película británico estadounidense de 1982, de fantasía, dirigida por Jim Henson y Frank Oz, y guionizada por Jim Henson y Gary Kurtz sobre un mundo fantástico afectado por el oscurecimiento y un héroe que podría curar el mundo. Me ha parecido una película que plantea un mundo interesante, pero que no logra sacar todo el partido posible a su historia por tratar de amoldarse en exceso a la narrativa del viaje del héroe desde lo convencional e ir demasiado a tiro hecho. Le pongo un 7,0.
En el planeta Thra, el oscurecimiento campa a sus anchas, llenando de oscuridad, desde hace mil años, por culpa de unos foráneos, los Skekses, el cristal y a todos los seres vivos de ese mundo. En el único rincón libre del oscurecimiento, los místicos, vinculados a los malvados Skekses, han salvado de la muerte a uno de los últimos gelfling, Jen (Stephen Garlick) para que cumpla una profecía. Los Skekses creen que han matado a todos los Gelfling, pero Jen y Kira (Lisa Maxwell) pondrán a prueba la profecía.
La película plantea un estilo narrativo interesante con el uso de marionetas para narrar una historia clásica, pero con un mundo fantástico cargado de elementos exóticos. Las criaturas que aparecen no son las que solemos imaginarnos en la alta fantasía y el mensaje de naturaleza ensombrecida por un mal normalizado impregna todo. Pese a ello, hay ratos divertidos como el momento roca entre los Skekses o los podlings tocando música. Aughra (Billie Whitelaw) introduce el elemento más rompedor con la historia de los Skekses como algo ajeno a su mundo, con una tecnología de toques mágicos y retro, que recuerdan a Frankenstein, frente a la imagen medieval céltico que se intuye de las sociedades gelfling por sus ruinas. En una mezcla de maravilla y horror.
Por el contrario, se narran con prisa cuestiones importantes como la conexión entre místicos y Skekses, la muerte del maestro místico y cómo afecta al protagonista. O la hermosa relación entre Jen y Kira, compañeros de aventura y de misión, cuyas biografías intuimos con el entresoñar, pero que realmente dan más juego de lo que vemos en pantalla. Las marionetas tienen una expresividad muy limitada y se nota que la historia del héroe resulta bastante estándar, resultando plano, aunque los villanos tengan elementos de horror inusuales para un público infantil en ese momento, aunque el tono sea gris en general, en una narrativa demasiado a tiro hecho.
En conclusión, una película cuya intrepidez estética y de mitología compleja chocan con la escasa explicación de estos elementos y una narrativa donde los personajes buenos resultan planos frente a los mayores matices de los villanos, con conflictos entre ellos e inquietudes.
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