[Maravilla peligrosa ancestral]
[Aviso de spoilers]
Ayer, vi “Irati”, película de 2022, hispano-francesa, de fantasía histórica y mitología, escrita y dirigida por Paul Urkijo Alijo, coproducida por Karlos Arguiñano, también, como un pequeño papel, e inspirada libremente en la novela gráfica “El ciclo de Irati” de J. Muñoz Otaegui y Juan Luis Landa. Me ha parecido una película sensacional tanto en el aspecto visual y sonoro como en el de la fuerza mítica que nos presenta a pesar de un villano cargante y algunos momentos en que pierde ritmo. Le pongo un 8,5.
En el siglo VIII, el cristianismo se extiende por Europa. Para detener a Carlomagno y proteger a los semenos y a su hijo, Eneko Aritza (Eneko Sargadoi/Patxi Bisquert), Eneko X (Iñigo Aranbarri), pacta con Mari (Itziar Ituño) un pacto de sangre para derrotar al ejército de Carlo Magno, sacrificando su propia vida. Con lo que su hijo va a vivir con Ximeno (Iñaqui Beraetxe) y, a la muerte de su abuelo, va a ser señor del valle. Sin embargo, el cuerpo de su padre no está, impidiéndole ser considerado un señor del valle cristiano válido, y Luxa (Elena Uriz), una sacerdotisa pagana, acepta que su protegida, Irati (Edurne Azkarate), le lleve al mundo ancestral de Maddi para recuperar el cuerpo.
La película nos presenta una calidad de dirección y fotografía que está más o menos a la altura de “El renacido”. La música logra jugar a su favor, fomentando que, a veces, se te caigan las lágrimas de la emoción, y la escena inicial, con la batalla, el trato con Mari en la cueva de Arpea, con sus pinturas rupestres, y el encuentro con la lamia, es demoledora. El resto de la película tiende a mantener el nivel, pero con algunos momentos de altibajos. Nos introduce en un mundo de maravillas míticas donde la mitología vasca adquiere gran protagonismo en una contraposición entre un mundo pagano equilibrado desde lo ecológico y con aspectos feminista y matriarcal, pero con un poder oscuro que elige la sangre para mantener el equilibrio, frente al mundo cristiano con un poder machista, patriarcal, fanático, que teme tanto como odia el mundo pagano, y antiecologista. La mitología vasca cobra una dimensión mucho más potente de lo que solemos imaginar al leer sobre esos mitos o ver las representaciones. Con un toque misterioso, sangriento, telúrico y muy real. En especial, está muy lograda la representación de Maddi/Mari, aunque las demás criaturas mitológicas logran funcionar muy bien. Los paisajes, chapeau.
Como contrapunto, esta historia del que los historiadores consideran el primer rey de Navarra toca muy poco las dinámicas políticas de la época y sus conexiones con el mundo musulmán. Belasko (Kepa Errastri) y sus secuaces son demasiado villanos de opereta en contraste con la complejidad de Irati y de Eneko Aritza (Eneko Arista en fuentes vascas), y el ritmo se le va un poco. También, se echa en falta más escenas intimista Irati-Eneko.
En conclusión, un film cuya fuerza mítica, calidad de dirección y fotografía, música, paisajes y complejidad de sus protagonistas, cautiva, pero cuyas irregularidades de ritmo en algunos momentos, pocas escenas intimistas entre Irati y Eneko, abordar poco el panorama geopolítico y los villanos de opereta, impiden resultados sobresalientes.