Reseña de “It: Capítulo 1" (21-09-2017)
- Javier Valladolid
- 30 mar 2020
- 3 Min. de lectura
[Losers] [Aviso de spoilers]
Ayer vi en el cine “It”, película estadounidense basada en la novela homónima de Stephen King, dirigida por Andrés Muschietti, con guión de Chase Palmer, Cary Fukuyama y Gary Dauberman, más reciente adaptación de la novela desde la película de 1990 y la miniserie de 1998, sobre un payaso asesino sobrenatural que secuestra niños y se alimenta tanto de sus cuerpos como de su terror. Me ha parecido una película con buena comedia, buenos sustos y buena emotividad ochentera, le pongo un 8,2.
En la localidad estadounidense de Derry, en Maine, la normalidad parece esconder algo aterrador. Varios niños desaparecen sin explicación. Bill Denbrough (Jaeden Lieberher) es un adolescente conmocionado por la desaparición de su hermano Georgie (Jackson Robert Scott), que busca encontrarlo. Richie Tozier (Finn Wolfhard), otro quinceañero, el mejor amigo de Bill, con fobia a los payasos. Beverly Marsh (Sophia Hills), es una joven que se incorpora al grupo de los perdedores, la única chica del grupo. Eddie Kaspbrak (Jack Dylan Gracer), que sufre pánico y paranoia ante las enfermedades. Stan Uris (Wyatt Oleff), el judío del grupo. Mike Hanlon (Chosen Jacobs), un joven autodidacta que tiene problemas para matar a los animales en el matadero de su familia, y que perdió a sus padres en un incendio. Y Ben Hanscom (Jeremy Ray Taylor), el nuevo en el colegio. Todos ellos forman el grupo de los perdedores; unos adolescentes que se enfrentan junto al payaso asesino, más conocido como It o Pennywise (Bill Skarsgård).
La película tiene un toque muy ochentero, del tipo “Stranger Things”. Sorprende la abundancia del humor en la película, en los diálogos de los adolescentes y en los contrastes, como el momento en que Stan tiene una pesadilla con una mujer pudriéndose y le dice que es la hora de sus medicinas; momento en que suena la alarma para tomarse la medicación. O el momento de acción de la pelea de piedras entre los Losers, este grupo de adolescentes considerados unos perdedores en su colegio, y los matones que les hacen la vida imposible. A la vez, resulta muy dramática en las relaciones del entorno de los personajes. La madre sobreprotectora de uno de ellos, el padre que abusa de su hija, son dos ejemplos, tratados con demasiada superficialidad. Logra generar un buen contraste entre humor, drama y terror, para dar un ritmo fluido y nada pesado al metraje.
Fotográficamente está bien, con cosas curiosas como la escena de las diapositivas, y el trabajo en sonido es espectacular; muy bien utilizado para la narración. El payaso da mucho yuyu y da lugar a montones de sustos y de miedo; siendo cuando se pone en modo alien desmembrador el momento que menos miedo da, acompañando su aparición con visiones de pesadilla, en un juego de terror psicológico bien logrado, con dilemas y divisiones entre los numerosos protagonistas, en su lucha contra aquel ser y su investigación.
Como pega, realmente descubrimos muy poco sobre el monstruo a lo largo de la película y se tratan con mucha superficialidad los perversos dramas de diversos personajes, como el policía, padre de Henry Bowers (Nicholas Hamilton), un joven matón, con instinto sádico, que, junto a otros matones amigos suyos, atormenta a los losers.
En conclusión, una película que aprovecha el sonido y la combinación de humor, drama y terror para lograr un dinamismo y una atractivo variado a la historia, aunque deja un poco con ganas de saber más sobre los dramas humanos y sobre el aterrador monstruo.
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