Reseña de “Jumanji: Bienvenidos a la jungla” (04-01-2017)
- Javier Valladolid
- 4 ene 2020
- 3 Min. de lectura
[Risas por la jungla]
[Aviso de spoiler]
Ayer vi “Jumanji: Bienvenidos a la jungla”, película estadounidense de acción, aventuras y comedia dirigida por Jake Kasdan y escrita por Chris McKenna, secuela de “Jumanji”, sobre un grupo de adolescentes que acaban atrapados en un videojuego. Me ha parecido una comedia bastante entretenida, pese a su base simplona, y con una interesante lección sobre aprender a salir de la zona de confort. Le pongo un 6,4.
En 1996, Alex Vreeke (Mason Guccione/Colin Hanks), encuentra un viejo juego de mesa de “Jumanji” y no le interesa, pero este se convierte en un juego de videoconsola y se anima a jugar, quedando atrapado. Veinte años después, cuatro estudiantes castigados, Spencer Miller (Alex Wolff), gamer miedoso y listo, Bethany White (Madison Iseman), una joven guapa, obsesionada con los chicos, con Instagram y con su móvil, Anthony “Fridge” Johnson (Ser’Darius Blain), jugador de fútbol americano, y Martha Schwartz (Morgan Turner), la chica retraída que considera la educación física una pérdida de tiempo, se topan con el juego de consola y lo conectan en una consola vieja, quedando atrapados también. Pasarse el juego es su única esperanza.
La película parte de una premisa que resulta bastante familiar. Un grupo heterogéneo que no tiene nada en común y que acaba convirtiéndose en un equipo y grupo de amigos, pero añade un elemento diferenciador con la elección de los avatares. Cada personaje acaba eligiendo un avatar, que no guarda relación con su personalidad. Spencer es un musculoso arqueólogo y explorador llamado Dr. Smolder Bravestone (Dwayne “The rock” Johnson), un fortachón aventurero sin debilidades y con muchas fortalezas y un bumerán como arma de distancia y fuertes puñetazos. Bethany escoge al Profesor Shelly Obernoun (Jack Black), un inteligente cincuentón paleontólogo cartógrafo que no destaca por su belleza, pensando que es una hermosa mujer, Fridge escoge a Franklin “Mouse” Finbar (Kevin Hart), alguien con muchas debilidades y la zoología, la mochila con el objeto adecuado cuando sea necesario, y Martha es Ruby Roundhouse (Karen Gillan), una experta comando en artes marciales, con debilidad por los venenos. Acaba uniéndose al grupo Alex, quien lleva 20 años atrapado, como piloto que hace unos margaritas deliciosos y debilidad por los mosquitos. Así, tenemos al geek haciendo de hombre guapo, atlético y muy heroico, a la pija de intelectual feo, al atlético poco estudioso muy seguro de sí mismo a intelectual lleno de debilidades, a la retraída lista que pasaba del ejercicio y se sentía fea de atlética heroína guapa, y al pasota rockero gamer sin control de su propia vida de piloto. Con tres vidas cada uno para pasarse el juego o morir, literalmente, en el intento.
La película resulta muy divertida, basando buena parte de su humor en el contraste entre la mentalidad de los chicos y el papel que le supone el avatar, con otras cualidades y a veces otra fisicidad, como el momento en que Bethany debe aprender a mear como un chico y Spencer y Fridge le dan algunas lecciones. O cuando Bethany enseña a ligar a Martha para coquetear con unos maleantes y así entretenerles, o cuando Spencer descubre su fuerza y pasión arrolladora, o cuando Fridge salva la situación ante una serpiente venenosa o Alex debe recuperar la fe en pilotar y aprender a no jugar solo. La acción es constante, no necesariamente con sentido, aunque los personajes del videojuego son un mero macguffin para mover una trama interna del juego que no tiene realmente interés; puras comparsas sin una historia que nos importe, aunque los paisajes de Hawái sean muy bonitos y quede bien pasar por la selva.
En contra, la película tiene algunos detalles un tanto racistas y está lejos de ser el clásico de la infancia de la generación de finales de los 90, en principio hasta genera rechazo en ese sentido, además de una base simplista.
En conclusión, una película divertida llena de acción y un interesante mensaje de aprendizaje sobre ser distinto, pero simplona y tonta, sin la magia del clásico previo.
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