Reseña de “King of Thorn. El rey espino” (15-09-2017)
- Javier Valladolid
- 17 sept 2019
- 2 Min. de lectura
[Esperanza vs. ilusión]
[Aviso de spoilers]
Ayer vi en ONO videoclub “King of Thorn. El rey espino”, película japonesa de 2009 de anime de fantasía y ciencia ficción, del director Hiroshi Yamaguchi, basada en el manga Yuji Iwahara, sobre hacer frente a la pandemia mundial de un virus mortal. Me ha parecido curiosa en el tratamiento de partida y en el desarrollo, pero se pierde a mitad de la película sin que podamos terminar de entender nada. Le pongo un 5,7.
En un 2012 paralelo, aparece el virus medusa, un virus mortal, sin cura conocida, que provoca la petrificación de los infectados en 30 días, con una muerte instantánea. Para ayudar a afrontar la crisis, se elige a 160 personas por sorteo para criogenizarlas con la esperanza de ser curadas en el futuro; para ello, van a un antiguo castillo. Cuando Kasumi, una adolescente que deja a su hermana gemela atrás, y los demás despiertan, se topan con el horror. No saben cuánto tiempo ha pasado ni qué ha sucedido, pero la sala de crionización y todo el complejo están llenos de horrendas criaturas decididas a comérselos.
La película está bien a nivel de dibujo y parte de la premisa de cómo afrontar un virus pandémico que tiene un modo de proceder complicado y además no tiene cura. No falta tampoco el elemento de la inteligencia artificial animada, para mantener sus sueños y su bienestar en todo momento, así como la medicina de seguimiento. En ningún momento le queda claro al espectador cómo se contagia el virus. La película da mucho peso al personaje de Kasumi, aunque aborda otras cuestiones, con sorpresas como el personaje del criminal. Y con las reacciones diversas de los implicados; como el niño que se lo toma como un videojuego.
El problema llega avanzada la premisa de la supervivencia, con el tiempo en contra por el virus, sin poder volver a las cápsulas, tratando de salir porque suceden cosas que lo cambian todo en la trama y a la vez anulan la claridad de la historia, dando lugar a algo que sólo se puede definir como una ida de olla monumental, que deja al espectador pensando “What the fuck!”. Con la sensación de necesitar muchas más explicaciones.
En conclusión, una película prometedora que se pierde en su falta de claridad a medida que avanza por no saber explicarse y no darse tiempo para plantear el sentido global.
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