Reseña de “Lo que de verdad importa” (22-02-2017)
- Javier Valladolid
- 23 feb 2020
- 2 Min. de lectura
[Aceptación y milagros]
[Aviso de spoilers]
El domingo vi en el cine “Lo que de verdad importa”, también conocida como “The healer”, de Paco Arango; una comedia dramática con toques fantásticos. Me ha parecido una peli muy graciosa y agradable. Le pongo un 7,2.
Alec (Oliver Jackson Cohen; famoso su papel de Jonathan Harker en la serie de 2013 “Drácula”) es un ingeniero mecánico inglés cuya vida es un desastre. Cuando su tienda “El curandero” está a punto de quebrar y debe dinero a gente peligrosa, aparece un tío suyo (Jonathan Pryce; famoso por su papel de Gorrión Supremo en “Juego de Tronos”) del que no sabía nada, decidido a pagar sus deudas, pero, a cambio, debe ir a Nueva Escocia, a Canadá, la cuna de sus antepasados, para pasar un año allí. Lo hace y conoce a Cecilia (Camilla Luddington; famosa por “Anatomía de Gray”), una mujer de su edad, veterinaria y conocida de su tío, y a diversos vecinos excéntricos, entre ellos el padre Malloy (Jorge García; famoso por su papel de Hugo en “Perdidos”) mientras se suceden cosas inexplicables alrededor de Alec. Y la presencia de Abigail (Kaitlyn Bernard), una adolescente con cáncer, al igual que el fallecido hermano gemelo de Alec, cuyos padres piensan que el supuesto curandero puede salvar, cambiará su perspectiva sobre muchas cosas.
La película tiene una fotografía adecuada, pese a unos fallos de escenas desenfocadas en exceso para tratar de enfatizar ciertos elementos, y la música acompaña sin destacar. A nivel de guión, la película está cargada de escenas plagadas de humor, de confusiones, de ironías, con el tema del anuncio de que es curandero, de un linaje de personas con el don de curar y el don divino de la familia, cuando él no sabe que lo es y es totalmente escéptico al respecto. Es una de esas historias que pone de relieve desde el primer momento el tema de la fe, del vitalismo, de la vivencia, del destino y de las propias decisiones. Una película que juega con las contradicciones y la evolución de los personajes. Hay mucha comedia, a ratos, comedia romántica, pero también tenemos un dramatismo suave, con temas como el no cumplir las expectativas de los demás, la pérdida, el aprovechar las oportunidades, la fe o la responsabilidad. La dinámica entre Cecilia, Abigail y Alec marcan buena parte de la película; que logra manejarse con relativa soltura por lo cómico y lo dramático, especialmente, con los comentarios del personaje de Abigail, sin que salga una obra maestra sino una cinta agradable.
En conclusión, es una película que funciona bastante bien dentro de sus pretensiones de hacer pensar sobre ciertos temas desde lo distendido y cómico, pero que no logra ir mucho más allá.
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