Reseña de “Princesa por sorpresa 2” (03-04-2019)
- Javier Valladolid
- 5 jun 2019
- 2 Min. de lectura
[Deber o persona]
[Aviso de spoilers]
Ayer vi en Netflix “Princesa por sorpresa 2”, película estadounidense de 2004, de comedia romántica, secuela de “Princesa por sorpresa”, dirigida por Garry Marshall y guionizada por Gina Wendkos y Shonda Rimes, sobre Mia cinco años después de la primera película. Presenta una cierta solidez de guion a nivel cómico y tiene su miga en cuestiones de gobierno, pero de un modo moderado. Le pongo un 6,5.
Mia (Anne Hathaway) tiene 21 años y, tras licenciarse en Relaciones Internacionales, regresa a Genovia. Allí, el vizconde Mabrey (John Rhys-Davies) pide que se aplique la ley que obliga a la princesa a casarse para ser reina o si no su sobrino lord Nicholas Deveraux (Chris Pine) heredará el trono. Un juez decide que tiene 30 días para casarse o perderá su derecho al trono.
La película tiene un ritmo más sólido que su predecesora y resulta muy amena, graciosa sin ser desternillante, con la presencia de muchos personajes que podíamos recordar de la primera parte y parte de las problemáticas de su predecesora. Aunque Mia ha madurado, sigue siendo la joven de San Francisco criada en una familia de clase media y con una fuerte diferencia de mentalidad frente a los círculos tradicionalistas de la realeza genoviana; lo que dificulta su integración. A lo que se añade la falta de contacto con sus gobernados. En paralelo, tenemos la próxima jubilación de la abuela, la reina Clarisse Reinaldi (Julie Andrews) y diversas situaciones cómicas como fiestas de gala y otras más informales, patosidades para ceremoniales, como el momento tiro con arco, a Michael Moscobitz (Robert Carmine) como el prometido honorable y esa intuición de las problemáticas sociales a las que hacer frente, aunque resultan bastante tímidas esas reflexiones como su actuación con los huérfanos.
Presenta esa sensación de transportarnos a un país ficticio que bien podría ser real, pero que podría perfilarse mucho más que algunos bailes, alguna ciudad y algunos puntos económicos, una impresión cultural general semejante a Mónaco y los edificios. A nivel de comedia romántica, para mí, es una peli bonita y disfrutable, sin causar una impresión de asombro.
En conclusión, una película con mayor madurez cómica, bonita en comedia romántica y cierta miga política, con el conflicto deber-vida personal, pero que podía dar para mucho más en sus reflexiones y ser mucho más divertida que un film interesante y entretenido.
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