Reseña de “Terminator: Destino oscuro” (04-11-2019)
- Javier Valladolid
- 4 nov 2019
- 2 Min. de lectura
[Timonator]
[Aviso de spoilers]
El sábado vi “Terminator: Destino oscuro”, película estadounidense de ciencia ficción y acción dirigida por Tim Miller y guionizada por Billy Ray, David S.Goyer, Justin Rhodes y Josh Friedman, secuela de Terminator II, considerando las películas más recientes como parte de universos paralelos. Me ha parecido un remake cutre de “Terminator II”, que tiene a su favor algo de sentido del humor, la innovación en el elenco, con la nueva protagonista y algunas escenas emotivas, pero que cae en tratamientos racistas y mal diseñados del tema, escenas mal hechas y plagiarse sin gracia a la película precedente. Le pongo un 4,0.
A la muerte de John Connor (Edward Furlong/Jude Collie), Sarah Connor (Linda Hamilton) se dedica a eliminar terminators. En un lugar de México, la joven Daniella Ramos (Natalia Reyes), es amenazada por un nuevo terminator, Rev-9 (Gabriel Luna), mientras que ha venido del futuro la híbrida, medio máquina, Grace (Mackenzie Davis) para protegerla de Legión.
La película copia muchísimos elementos de “Terminator II”, timando al espectador con el hecho de vender una película nueva para contarnos lo mismo de un modo más cutre y con pocas diferencias con una mínima sustancia. Se sustituye a Connor por Daniella como una nueva Sarah Connor, Grace es una mezcla del Kyle Reese y el terminator protector. Rev-9 es una versión hispana del T-800 con algunas diferencias, pero mucho menos terrorífico, aunque arrase. Las escenas de acción tienen un componente cutre en su desarrollo y muy apisonador, aunque entretienen bastantes veces. Incluso la sustitución de Skynet por Legión y pasar los hechos a unos años más tarde ensalzan el auto plagio.
Es interesante el zasca lanzado con un personaje hispano a la América Trump con el rescate heroico y liberación de los inmigrantes ilegales, además de Daniella, joven mexicana, en su evolución. Sin embargo, es evidente y a menudo claramente forzado el sesgo racista. La protagonista es mexicana con actriz colombiana y todos los actores que hacen de su familia son actores españoles que fingen el acento mexicano, salvo el hermano, que muere al poco de empezar. El villano es de ascendencia mexicana y los protectores son caucásicos. Y todos los personajes identificados como hispanos quedan asociados a la criminalidad, sin que se profundice en su humanidad. Hay algo de humor con algunos diálogos, como el momento del T-800/Carl (Arnold Schwarzenegger) diciendo, “¡Esto es Texas!”. Y escenas emotivas sobre la pérdida, la venganza y el deseo de proteger a la familia. Sin embargo, el guión en general innova poco, no se cierra y el ritmo superficial resulta frío, con una sensación de cutrez y de mecanicidad previsible.
En conclusión, una película que plantea con algún gag y alguna escena emotiva, con la venganza, el proteger a la familia y la pérdida como ejes, un reinicio de las mismas dinámicas y estructura que “Terminator II”, con ligeras diferencias, y mete un zasca a la América Trump, pero cuyo tratamiento racista superficial del tema, acompañado de escenas de acción y desarrollo cutre predecible, minan el desarrollo de la película.
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