Reseña de “Joker” (19-10-2019)
- Javier Valladolid
- 19 oct 2019
- 3 Min. de lectura
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[Aviso de spoilers]
El miércoles vi en el cine “Joker”, película criminal estadounidense de Warner Bross, basada en el personaje de DC, dirigida por Todd Philips y guionizada por Todd Philips y Scott Silver sobre los orígenes de El Joker. Me ha parecido una película muy bien hecha, con la excelente interpretación del protagonista, y un guion perturbador sobre la enfermedad mental, la falta de escucha, la inmoralidad y la amoralidad, pero la dificultad de separar el delirio y los hechos, la verdad de la mentira, hace que la historia pierda bastante de la solidez discursiva tan potente que plantea. Le pongo un 8,6.
En 1981, Arthur Flek (Joakin Fenix), comediante fallido, con diversos problemas mentales, ignorado por la sociedad en la que vive, vive en Gotham, con problemas para salir adelante, en un clima de crispación social y recortes de la ayuda para la salud mental, ve cómo su mundo se trastoca cuando surgen varias revelaciones personales y un brutal crimen le encaminan al villano que conocemos.
Esta precuela de los eventos de los cómics de Batman, nos permite comprender en toda su plenitud la perspectiva de Joker. Y hace una crítica del rechazo social de las enfermedades mentales. Tenemos un Arthur que sufre, que desconoce los oscuros secretos, o las ruines mentiras, que su pasado familiar esconde. Nos habla de cómo el mundo espera normalidad absoluta de los enfermos mentales y les rechaza. Además del uso del clasismo y la incomprensión, especialmente en la figura de Thomas Wayne (Brett Cullen), un filántropo que se acerca más en su actitud al despotismo ilustrado que al respeto, desde un clasismo demagogo. Aparte de la duda sobre la verdad del poder que nos plantea y si concuerda con la verdad de los hechos. O en la incomprensión ante la agresión sufrida por unos jóvenes que le rompen el cartel que usaba para publicitar la tienda donde estaba haciendo su número. También el contraste de los delirios y la realidad, como una frontera difusa, de la que dudamos por sorpresas que van llegando, acompañada de la mediatización de los desfavorecidos, con el programa de Murray Franklin (Robert De Niro) como un eco de burla a la vez que manipulación emocional de los personajes. Y el choque entre un Arthur amable, que cuida de su madre Penny Fleck (Frances Conroy), que trata de ser amable y fuertemente incomprendido, a un lado criminal, oscuro, que autojustifica sus actos en amoralidad y en que el mundo es cruel. En un Joaquín Fénix deslumbrante en un Joker/Arthur lleno de matices.
Alejándose de la dinámica del clásico discurso de superhéroes, introduce un fuerte componente humano y realista en los personajes, pero a la vez anula todo discurso épico de héroes o villanos para acabar desorientando al espectador. A lo que se añade la dificultad para separar delirio y hechos. Esto causa una incapacidad para juzgar de un modo medianamente satisfactorio quién lleva la razón en qué o qué está sucediendo fuera de la mente del Joker. Y deja a la enfermedad mental sólo asociada al peligro y a la incomprensión, sin arrojar algo de luz al final del túnel.
En conclusión, una película donde la interpretación de Joaquín Phoenix como Joker deslumbra en sus muchos matices, donde la narración nos lleva a criticar el clasismo, la discriminación ante la enfermedad y la demagogia despótica, desde un enfoque más realista y humano del mundo de los superhéroes, pero cuya anulación del componente preciso de superhéroe y villano, acompañada de la falta de solidez de la realidad, confunden al espectador y minan un poco la solidez del film.
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